Este martes el sitio web WikiLeaks publicó más de 8700 documentos y archivos que corresponderían al Centro de Ciberinteligencia de la CIA, filtración que, de ser verídica, develaría los más íntimos y oscuros detalles de las prácticas de la inteligencia estadounidense.
Aunque la CIA evitó hacer mayores comentarios, la gravedad de estos documentos radica no en sus implicancias con la política, sino directamente con la población civil: desde televisores que espían a sus usuarios hasta la intervención de celulares.
Una de las conversaciones parece abordar el tema de cómo hacer que los televisores interactivos se vuelvan armas de espionaje, mientras que otra mostraría detalles de cómo intervenir programas de software y productos como los iPhone, los Android y los sistemas que contienen Microsoft Windows.
Sin embargo, detrás de lo que sería un nuevo golpe catastrófico a la inteligencia y al gobierno de Washington, se esconde algo mucho peor: en un primer momento se temió que la CIA hubiera vulnerado cifrados de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, Telegram o Signal.
No obstante, según citan sitios especializados en tecnología. Edward Snowden en persona no ha tardado en aclarar este punto. No son las aplicaciones, sino los sistemas operativos como Android e iOS los que han sido hackeados, según indican los documentos.
¿Pero por qué es esto peor?
Según los documentos, a través de un malware que infecta y controla dispositivos móviles con los sistemas antes mencionados, la CIA puede obtener datos de ellos y que, a partir de ese punto, puede resolver los cifrados de las aplicaciones de mensajería (es decir, ver las conversaciones).
En los documentos se puede ver que la agencia logra evadir el cifrado interviniendo directamente el teléfono y recabando los mensajes que llegan antes de que estos pasen por la aplicación. Ya se puede ver por qué esto es más grave, ¿verdad?
Si la CIA solo hubiera ‘roto’ el cifrado de las aplicaciones, estas solo (es un decir, porque seguiría siendo un proceso engorroso) tendrían que cambiar sus sistemas de cifrado. Pero no, han conseguido la forma de obtener lo que buscan directo del aparato. La app se queda intacta.
Más aún, al estar intervenidos no los aplicativos, sino los sistemas operativos en pleno, no importa cuánto se preocupen los primeros por mejorar su seguridad: la agencia siempre podrá ver los mensajes que envías.
El cambio tendría que venir entonces, por parte de los sistemas operativos, es decir, de Google y Apple, con todo lo improbable que eso significa a corto plazo. Aun así ellos son los que tienen la última palabra sobre si toman medidas o simplemente dejan todo tal cual.
¿Estamos asistiendo a la revelación de la muerte de la privacidad?