En el sistema de salud, los pacientes que dejan huella no son solo aquellos cuyas historias clínicas conmueven por la complejidad de sus enfermedades, sino también aquellos cuyas vidas impactan profundamente a los profesionales de la salud, sus familias y la comunidad.
Algunos de estos pacientes llegan al Hospital Emergencias Pediátricas desde distintos rincones del país, trasladados por sus padres con la esperanza de encontrar una solución a sus problemas de salud e incluso salvar sus vidas.
Tal es el caso de la pequeña M.R.V., quien llegó al mundo de forma prematura, con apenas 34 semanas de gestación y 12 días de nacida. En octubre, sus padres la trasladaron desde Pucallpa hasta Lima para recibir atención especializada en el Emergencias Pediátricas.
SISTEMA DIGESTIVO DÉBIL
La niña ingresó con síntomas de vómitos y distensión abdominal. Aunque no presentó complicaciones quirúrgicas, su diagnóstico final fue dismotilidad intestinal, una condición en la que los músculos o los nervios del sistema digestivo no funcionan adecuadamente.
Su delicado estado de salud la mantuvo hospitalizada durante 23 días. Durante ese tiempo, el equipo de enfermeras y técnicas del establecimiento no solo brindó atención médica de calidad, sino también el amor y afecto necesarios para favorecer su recuperación, un apoyo emocional indispensable en el cuidado de los pequeños pacientes.
Tras completar su tratamiento, los médicos especialistas le otorgaron el alta médica. La alegría de ver su mejoría fue compartida por todo el equipo multidisciplinario, que trabaja incansablemente para devolver la salud y esperanza a cada uno de sus pacientes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año nacen 15 millones de niños prematuros en el mundo, de los cuales más de un millón fallecen debido a complicaciones relacionadas con su condición. La historia de M.R.V. es un recordatorio del impacto de un sistema de salud comprometido y humano en la vida de los más vulnerables.