El devastador dolor de la muerte cada día se hace presente en decenas de familias peruanas, atrás quedaron los cortejos fúnebres para honrar al difunto, ahora se es espectador del doloroso ascenso para un fallecido por COVID-19 en las zonas mas alejadas de nuestra capital.
Familias enteras sumergidas en el desconsuelo, quienes dan el último adiós a sus seres queridos en medio de la nada. El drama de los familiares de las víctimas mortales por el coronavirus no es solamente por haberse enfrentado cara a cara con la muerte, sino que sobrellevan la penosa necesidad de recurrir a cementerios improvisados o clandestinos para enterrar a los suyos.
Los camposantos también han colapsado, no hay nichos disponibles, si en los hospitales se pugna por una cama UCI, en los cementerios es por un nicho o por una zanja para enterrar a los fallecidos.