Los transportistas de Lima, agrupados en la Asociación Nacional de Conductores del Perú, han anunciado un paro de 48 horas para los días 24 y 25 de julio de 2025, en respuesta a la creciente inseguridad que afecta al sector. La protesta busca exigir al gobierno medidas efectivas para combatir las extorsiones y los actos de violencia, tras el asesinato de un chofer y un cobrador de la empresa Emptonsa en Carabayllo el pasado 8 de julio. Según Miguel Palomino, líder del gremio, la falta de acción estatal ha dejado a los trabajadores del transporte vulnerables frente al crimen organizado.
La movilización comenzará con concentraciones en la Plaza Dos de Mayo, en el Cercado de Lima, y se espera que genere interrupciones en el servicio de transporte público, afectando la movilidad en la capital. Palomino destacó que los transportistas enfrentan amenazas diarias, incluyendo el pago de “cupos” a extorsionadores, sin que esto garantice su seguridad. El paro también busca rendir homenaje a las víctimas de la violencia, como Edgar Gregorio Durán Bautista y Carlos Alberto Ríos Guevara, cuyos asesinatos han intensificado el clamor por justicia.
Un grito de auxilio frente a la delincuencia
La protesta ha ganado el respaldo de otros sectores afectados por la inseguridad, como los comerciantes de Gamarra y los mototaxistas, quienes también han denunciado extorsiones. Además, otro grupo de transportistas, liderado por Julio Campos de la Alianza Nacional de Transportistas, ha convocado a una movilización adicional para los días 27 y 28 de julio, con participación de gremios de regiones como Puno, Arequipa y Cusco. Estas acciones reflejan un descontento generalizado ante la percepción de inacción del gobierno frente al aumento del sicariato y la delincuencia.
El gobierno ha anunciado un plan de contingencia que incluye la movilización de buses estatales y un mayor despliegue policial para mitigar el impacto del paro en Lima. Sin embargo, los transportistas insisten en la necesidad de un diálogo directo con las autoridades para abordar la crisis de seguridad de manera estructural. Mientras la capital se prepara para estas jornadas de protesta, los ciudadanos enfrentan la incertidumbre sobre cómo afectará esta paralización su rutina diaria.