El jefe del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera, advirtió sobre la creciente tensión tectónica que afecta a Lima, una ciudad que lleva casi tres siglos sin experimentar un sismo de gran magnitud. Tras el temblor de magnitud 6.1 registrado el 15 de junio de 2025, Tavera explicó: “El temblor de 6.1 registrado ayer no liberó suficiente energía como para romper el silencio sísmico que arrastra Lima desde hace 279 años”. Este fenómeno, conocido como silencio sísmico, se refiere a la acumulación de energía tectónica en una zona durante un periodo prolongado sin actividad sísmica significativa, aumentando el riesgo de un evento devastador en el futuro. El experto destacó que un sismo de 8 grados podría liberar hasta 900 veces más energía que movimientos como el reciente.
Tavera señaló que la capital peruana se encuentra en una región de alta actividad sísmica, donde la falta de liberaciones significativas desde 1746 ha generado una reserva de energía que preocupa a los especialistas. “Aunque se han identificado zonas de acoplamiento sísmico en la costa central y sur del Perú, es imposible predecir cuándo el acumulado de energía liberará un sismo mayor”, afirmó, subrayando la imprevisibilidad de estos eventos. El silencio sísmico no implica ausencia de peligro, sino que indica que la presión bajo la corteza terrestre sigue creciendo, lo que podría traducirse en un movimiento telúrico de gran escala si las fallas se reactivan. Este contexto hace que la preparación sea esencial para los habitantes de la zona.

Preparación ante la amenaza latente
El especialista insistió en la necesidad de estar alerta, especialmente tras el temblor del Día del Padre, que, aunque perceptible, no alivió la tensión acumulada. “Vivir en un país sísmico implica aceptar que los temblores son inevitables, y la preparación es fundamental”, declaró Tavera, instando a la población a adoptar medidas preventivas. El silencio sísmico en Lima, que abarca desde el último gran terremoto de 1746, sugiere que la energía almacenada podría desencadenar un sismo de 8 grados o más, con efectos potencialmente catastróficos debido a la densidad poblacional y la vulnerabilidad de las infraestructuras.

Tavera concluyó con un llamado a la conciencia ciudadana: “Cada día que pasa se acumula más energía”, dijo, refiriéndose al riesgo que persiste en la capital. El silencio sísmico, según el experto, es un recordatorio de la necesidad de reforzar planes de contingencia, ya que un evento de alta magnitud podría superar con creces la energía liberada por temblores menores como el reciente, cuya intensidad fue insuficiente para romper este patrón de acumulación tectónica.