Un 27 de junio, hace 64 años –durante el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche-, como pedido de la ciudad de Lima por seguir teniendo espacios de descanso para sus familiares, se crea el cementerio más céntrico y popular de toda Lima Metropolitana: el cementerio El Ángel, propiedad de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, donde se encuentran enterradas más de 700 mil personas, no solo de Lima, sino del Perú. Se calcula que actualmente cada familia que vive en Lima Metropolitana tiene por lo menos un familiar enterrado en El Ángel.
Este tradicional e histórico camposanto se levantó sobre un terreno de veintinueve hectáreas con pabellones amplios y avenidas flanqueadas por nichos. En él, podemos apreciar monumentos históricos fantásticos y un interminable recorrido por los cinturones donde descansan los restos de personajes trascendentales e icónicos de nuestro país como: Lorenzo Palacios ‘Chacalón’, ‘Lucha Reyes’, ‘Chabuca’ Granda, Eusebio ‘el chato’ Grados, Augusto Ferrando, ‘Flor Pucarina’, ‘Picaflor de los Andes’, Luis Banchero Rossi, ‘Martín Adán’, Ramiro Prialé Prialé, Armando Villanueva del Campo, los hermanos Augusto y Sebastián Salazar Bondy; así como también expresidentes como Juan Velasco Alvarado y Zenón Noriega.
CONSTRUYEN NICHOS COLUMBARIOS
Actualmente se siguen vendiendo nichos que resultan beneficiosos para los familiares no solamente por ser de los más económicos de la ciudad, sino que ante la pesada congestión vehicular que invade Lima todos los días, El Ángel resulta el lugar adecuado para el descanso eterno de nuestros familiares, ya que al estar en pleno centro de Lima resulta accesible para todos los parientes y amigos que viven en diferentes zonas de la provincia. Además, por primera vez en su historia, se están construyendo nichos columbarios pensados en aquellas personas que desean una opción diferente de descanso para sus seres queridos.
Otra cualidad de este cementerio, administrado por la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, es que nuestros familiares podrán ser sepultados junto a otros seres queridos en un solo lugar, donde estarán no solamente acompañados por la familia, sino también por hombres y mujeres que hicieron –y continúan haciendo- bailar y gozar a todos los peruanos, resultando así un camposanto familiar en el que no se muere, sino que se goza.