Kabul, capital de Afganistán, está al borde de quedarse sin agua. Mientras los niveles de sus acuíferos descienden de forma alarmante, miles de familias luchan a diario para acceder al recurso más básico para vivir. En los barrios más empobrecidos, el sonido de los camiones cisterna marca el inicio de una jornada agotadora, donde llenar unos cuantos baldes puede significar sacrificar alimentos u otros productos esenciales. Para muchas mujeres, salir en busca de agua implica desafiar restricciones de movilidad y exponerse a situaciones peligrosas.
Una amenaza que va más allá de la sed
La crisis hídrica que enfrenta la ciudad es también sanitaria y económica. La extracción excesiva y prolongada del agua subterránea, sumada a un régimen de lluvias cada vez más irregular y una menor cantidad de nieve, ha reducido de forma crítica la recarga natural de los pozos. Al mismo tiempo, la contaminación por desechos y sistemas de saneamiento rudimentarios ha hecho que el agua disponible no sea apta para el consumo humano. Enfermedades como diarrea y vómitos afectan a la población con frecuencia, especialmente a los niños y adultos mayores.
La situación se agrava para quienes deben recurrir a pozos privados. Algunas familias han gastado todos sus ahorros para cavar hasta más de 100 metros en busca de agua, pero aun así no pueden beberla por falta de filtros o sistemas de purificación. Otros, sin medios para excavar, se ven obligados a caminar largas distancias hasta mezquitas o fuentes comunitarias. Esta rutina diaria ha hecho que muchos menores falten a la escuela para ayudar con la carga de agua, afectando su educación y perpetuando el ciclo de pobreza.
Además del cambio climático y la expansión urbana, la inestabilidad política y el recorte de ayuda internacional han intensificado la emergencia. Las organizaciones humanitarias denuncian que el financiamiento para agua y saneamiento ha disminuido drásticamente, poniendo en riesgo a millones. Sin una respuesta inmediata y sostenida, Kabul podría convertirse en la primera capital moderna en quedarse completamente sin agua subterránea. Frente a ese escenario, muchas familias ya consideran abandonar la ciudad, sin saber adónde podrían ir.