La cultura surcoreana se ha convertido en una amenaza silenciosa para el régimen de Kim Jong-un. Así lo afirmaron varios desertores norcoreanos en un foro de derechos humanos organizado esta semana por Naciones Unidas en Seúl, donde se denunciaron ejecuciones públicas y arrestos por ver telenovelas o escuchar música del Sur.
FUSILAMIENTOS POR VER K-DRAMAS
Entre los relatos más estremecedores, destaca el de Kim Il-hyuk, quien huyó en 2023 y aseguró haber presenciado fusilamientos de jóvenes acusados de compartir telenovelas o canciones pop. “Cada dos o tres meses había ejecuciones. Una vez mataron a una docena de personas, la mitad por ver series del Sur”, declaró. Una joven desertora, que intervino de forma anónima, contó que decidió escapar tras ver cómo arrestaban a una mujer embarazada por mirar telenovelas.
La represión se endureció desde la pandemia con la aprobación de leyes como la “Ley de Rechazo a la Cultura Reaccionaria”, que castiga con prisión o muerte la posesión de contenido surcoreano. Según el Ministerio de Unificación de Corea del Sur, incluso se inspeccionan celulares para detectar palabras como oppa.
CULTURA Y ESPERANZA EN MEDIO DEL MIEDO
Pese a la violencia, la influencia de Corea del Sur sigue calando en la juventud norcoreana. Muchos ven en el K-pop y los llamados doramas una vía de escape emocional, y algunos incluso han logrado debutar como artistas en el Sur. Este verano, grupos como 1Verse y Be Boys, formados por desertores, marcan un nuevo hito en la industria.
Durante el foro, jóvenes profesionales refugiados en Corea del Sur hablaron de la llamada generación jangmadang, más independiente y menos leal al régimen. Activistas como Kim Eun-ju lamentaron que el nuevo gobierno surcoreano haya apagado los altavoces de propaganda en la frontera: “La información debe seguir entrando. El cambio viene desde abajo”, dijo, mientras otros insistieron en que, a pesar del pesimismo actual, “el túnel norcoreano tendrá un final”.