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Hace 5 horas

La maniobra arancelaria arbitraria de Estados Unidos estará condenada al fracaso

Estados Unidos desató una guerra comercial injustificada contra todo el mundo, ilusionándose con que China, al igual que algunos otros países, se doblegaría ante Washington.

Foto: Difusión



Por Xi Pu

El 2 de abril de 2025, Estados Unidos desató una guerra comercial injustificada contra todo el mundo, ilusionándose con que China, al igual que algunos otros países, se doblegaría ante Washington. Pero es evidente que calculó mal. Sintiéndose contrariado y enfadado, Estados Unidos elevó los aranceles a los productos importados desde China hasta el 104 %, en un intento de cambiar la configuración del comercio internacional mediante la máxima presión. Un comportamiento tan irracional e incluso arrogante solo hará fútil su intentona. Y esta guerra comercial, por su objetivo irracional, medidas brutales y resultados perjudiciales tanto a los demás como a sí mismo, terminará en un absoluto fracaso. 

El cálculo de la Administración estadounidense es reducir su déficit comercial, forzar el regreso de la industria manufacturera‌ y lograr cuantiosas ganancias arancelarias, lanzando una guerra comercial global. Sin embargo, su decisión ha revelado sus tres percepciones erróneas fundamentales. Primero, el déficit comercial de Estados Unidos tiene su raíz en el desequilibrio estructural de su economía doméstica, caracterizado por la dependencia de importaciones de productos industriales debido a la contracción del sector manufacturero, y la contradicción entre el modelo económico centrado en el sector servicios y la baja tasa de ahorro y el alto consumo. Segundo, las importaciones estadounidenses representan solo el 13 % del total global, un descenso del 40 % en comparación con hace dos décadas, y sus conductas unilaterales no sirven para revertir el proceso de la globalización. Tercero, la comunidad internacional está acelerando la creación de nuevos mecanismos multilaterales, por lo cual Estados Unidos podrá aislarse paulatinamente del sistema de la globalización.

Para Estados Unidos, incluso si con los aranceles logre reducir su déficit comercial a corto plazo, es difícil que vuelva a ser país grande. Si quiere resolver realmente su déficit, debe elevar su competitividad mediante reforma educativa, innovación científico-tecnológica y transformación industrial, en vez de recurrir a medidas arancelarias. Y eso es fácil de decir pero difícil de hacer. Estados Unidos no puede lograrlo. Ya que en el sistema político estadounidense, el poder y el capital se confabulan entre sí, y su política electoral implica que cada presidente se limita a pensar en cuestiones dentro de su ciclo electoral, lo que dificulta "trazar un plan hasta el final". 

A corto plazo, las conductas de Estados Unidos suponen un impacto negativo en la economía mundial y el comercio internacional. Pero a largo plazo, esto también constituye una oportunidad importante para que los países del mundo rompan con su dependencia de Estados Unidos y creen un nuevo sistema multilateral de comercio y un nuevo orden económico internacional. Aquellos países que guardan ilusión sobre Estados Unidos no serán sino burlados y humillados por él. Y solo los países que realmente se atreven a decir "no" a Estados Unidos, y los que realmente saben cómo hacerse más fuertes mediante la unidad podrán establecer un nuevo sistema multilateral de comercio y un nuevo orden económico internacional. 

Por lo arbitrario que pueda ser Estados Unidos, la aspiración común de los pueblos del mundo por la paz, la cooperación y el desarrollo no cambiará. Independientemente de que participe o no Estados Unidos, la división internacional del trabajo seguirá profundizándose. Los países del Sur Global han de actuar con valentía y asumir la responsabilidad de promover una nueva ronda de la globalización económica y la liberalización del comercio. Al mismo tiempo, es de esperar que los países occidentales trabajen con el Sur Global para responder conjuntamente al impacto de la política arancelaria estadounidense y explorar un nuevo sistema multilateral de comercio y un nuevo orden económico internacional.

(El autor es observador de asuntos internacionales en Beijing)


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