En Rusia, un hombre, que estaba ebrio, apuñaló hasta la muerte a un amigo suyo y después se tomó un selfie con el cadáver.
La víctima murió en el lugar de la agresión a consecuencia de las heridas. Luego el asesino clavó cuatro cuchillos en el cuello de la víctima y sacó fotografías y videos de sí mismo con el cadáver, además de robar el teléfono y varios electrodomésticos del domicilio del agredido.
Luego fue a un restaurante, donde comenzó a mostrar a los comensales las fotos y videos de la escena del crimen. Siguió bebiendo alcohol y comenzó a comportarse de manera inadecuada, en relación con lo cual fue detenido por agentes de Policía, que lo llevaron a comisaría.
Allí se le cayó el teléfono del bolsillo, y fue entonces cuando los policías vieron una fotografía del hombre asesinado en la pantalla desbloqueada. Le preguntaron al detenido quién era el hombre de la imagen, a lo que el agresor respondió que ya no estaba vivo.