¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene el hábito de usar perfumes, colonias y demás? Esta práctica se remonta a los orígenes de la humanidad, porque, como bien lo comprenderás, es propio de los seres vivos oler, pero es propio de los hombres el querer oler bien.
Habiendo dicho esto, es lógico que desde tiempos antiguos las técnicas y costumbres se hayan perfeccionado para buscar fragancias cada vez más agradables y duraderas en el tiempo. Gracias a ello, hoy tenemos una industria millonaria, y no hay cita a la que vayas sin estar bien perfumado.
En este último punto, nosotros mismos hemos escuchado muchos consejos y puesto en práctica otros tantos buscando dar con la repuesta a la clásica pregunta ¿Dónde debemos ponernos la fragancia para conseguir un efecto notable y duradero?
La mayoría de tips que hemos oído probablemente vengan de familiares, amigos, o amigos de nuestros amigos. Pero hoy, un experto finalmente nos lo revela: se trata del maestro perfumista Steven Claisse, de la gran firma Takasago.
Entonces, ¿dónde debes rociar la fragancia si quieres oler bien todo el día? No es en el cuello, tampoco en el pecho ni en las muñecas como seguramente lo has venido haciendo, sino en un lugar bastante impensado: el ombligo.
¿Por qué? Según Claisse, el centro del cuerpo es desde donde el calor natural se irradia. Ello, combinado con la química de los perfumes, hace que las esencias sigan el mismo movimiento. El resultado es un flujo oloroso cubriéndonos por completo.
El efecto también se logra con otros puntos de calor, como por ejemplo la parte interior de las rodillas o los codos, incluso las pantorrillas por la fricción al caminar, sin embargo es en el punto antes mencionado donde se logra un resultado al máximo ¿Qué tal?