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Hace un mes

¿Quién pintó el mural del Señor de los Milagros? Conoce la historia detrás del Cristo de Pachacamilla

La procesión del Señor de los Milagros, una de las festividades más emblemáticas de América Latina, reúne cada octubre a miles de devotos en las calles de Lima, todos vestidos de morado.

Foto: Conferencia Episcopal Peruana



La historia del Señor de los Milagros comienza en 1651, cuando un esclavo angoleño llamado Pedro Dalcón, sin formación artística, pintó la imagen del Cristo de Pachacamilla en una pared de adobe.

El historiador Raúl Porras Barnechea señala que esta imagen, ubicada en lo que hoy es el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas, logró conmover profundamente a quienes la vieron.

A lo largo del tiempo, se añadieron otras figuras a la obra original, incluyendo a Dios Padre, la Virgen María y María Magdalena, lo que consolidó su veneración.

EL MILAGRO QUE MARCÓ LA DEVOCIÓN POPULAR

La fe en el Señor de los Milagros se consolidó tras el terremoto de 1655, cuando un potente sismo destruyó gran parte de Lima, pero la pared que sostenía la imagen del Cristo permaneció intacta.

Este hecho fue interpretado como un milagro, y desde entonces la imagen ha sido objeto de devoción. En 1687, otro sismo motivó la primera procesión del Señor de los Milagros, luego de que la tierra dejara de temblar al sacar la imagen en andas por las calles.

EL USO DEL HÁBITO MORADO EN LA PROCESIÓN

El hábito morado, símbolo de penitencia y sacrificio, se adoptó gracias a una visión que tuvo Antonia Maldonado en el siglo XVII. En su sueño, Cristo apareció con una túnica morada, lo que inspiró la creación del Colegio de Nazarenas y la adopción del hábito por los fieles.

Hoy, tanto hombres como mujeres visten de morado durante la procesión, llevando un cordón blanco que simboliza el cautiverio de Cristo.

ELEMENTOS REPRESENTADOS EN LA IMAGEN SAGRADA

La imagen del Señor de los Milagros presenta a cinco personajes principales. En la parte superior, Dios Padre sostiene al Espíritu Santo, mientras que el Cristo Crucificado ocupa el centro.

A los lados, aparecen la Virgen María, con el corazón atravesado por una lanza, y María Magdalena, con expresión de temor y esperanza. Esta composición refleja la Santísima Trinidad, un concepto fundamental en la fe católica.


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