Ser ciclista en Lima se ha convertido en una actividad de alto riesgo. La falta de infraestructura adecuada y el irrespeto a las normas de tránsito han hecho de las ciclovías espacios inseguros y peligrosos. El Observatorio Nacional de Seguridad Vial reportó que en 2024 más de 3000 personas fallecieron en accidentes de tránsito a nivel nacional, y entre 2018 y 2023, 230 ciclistas perdieron la vida en siniestros viales debido a la deficiente infraestructura y la falta de cultura vial.
La ciclovía de la avenida Arequipa es un claro ejemplo de esta problemática. En su recorrido se pueden observar múltiples deficiencias: pintura desgastada, delineadores tubulares destruidos y una invasión constante de motocicletas y vehículos que ponen en peligro a los ciclistas. Además, en horarios punta, la vía se torna insuficiente para la gran cantidad de bicicletas y scooters que transitan, lo que genera colisiones y situaciones de alto riesgo.
Los ciclistas denuncian que en cruces peligrosos como el de la avenida Universitaria con Mariano Cornejo, los semáforos y la señalización son ignorados por los conductores de autos, lo que impide un tránsito seguro. Además, en zonas como el Girón Soledad en Lince, las ciclovías son ocupadas ilegalmente por motocicletas e incluso automóviles, obligando a los ciclistas a esquivar obstáculos y exponiéndolos a accidentes.
A esto se suma la falta de respeto a las normativas de tránsito por parte de peatones y conductores. Muchos ciclistas deben frenar bruscamente o desviarse para evitar peatones que caminan sobre la ciclovía o automóviles estacionados sobre el carril exclusivo. "No hay cultura vial, y la infraestructura tampoco ayuda. Los conductores no respetan la distancia mínima de seguridad, y los ciclistas terminamos arriesgando nuestra vida", comenta un usuario frecuente de la ciclovía.
La solución a este problema no es sencilla, pero expertos coinciden en que se necesita un trabajo conjunto entre autoridades y ciudadanos. Se requiere una mejora en la infraestructura, con ciclovías más anchas y bien delimitadas, además de una fiscalización efectiva para sancionar a quienes invadan estas vías. Del mismo modo, es urgente promover una cultura vial basada en el respeto y la convivencia entre peatones, ciclistas y conductores.
Mientras estas mejoras no sean una realidad, los ciclistas continúan transitando con miedo, esquivando obstáculos y jugándose la vida en cada trayecto.
