Llegó la época del año en el que esperamos con muchas ansias aquel obsequio navideño que suele surtir muy bien nuestros estómagos: las famosas canastas navideñas. Pero, ¿imagina usted que tan complicado puede ser armar las famosas canastas navideñas y quienes traen los productos para armarlas?
Para entenderlo debemos conocer la vida de un estibador desde adentro. Un sacrificado oficio, sin una ley que los proteja, su jornada puede ir desde la una de la tarde a tres de la mañana donde su seguro de salud, capacitaciones y régimen de pensión aún son un sueño para los cargadores de los diferentes mercados de nuestra capital.
Y muchas veces debido al exceso de carga que realizan los estibadores en el Perú, muchos de ellos presentan graves problemas patológicos como alteraciones visuales, alergias, tuberculosis y varices.
Están expuestos a una serie de riesgos y consecuencias como afecciones en el cuerpo, detectadas en rodillas cuello, hombros, región cervical, piernas y tobillos.
Por otro lado, el promedio de peso por saco o pesadas cajas que levantan los empleados llega a los 113 kilogramos, algunas veces 140, cuando lo que estipula el Ministerio de Trabajo y Promoción de Empleo del Perú es no exceder los 50.
En el mercado de Productores de Santa Anita, nuestra reportera Mónica Queirolo se convirtió en estibadora por un día para vivir en carne propia la sacrificada labor que estos trabajadores llevan a diario para poder llevar el sustento a sus casas, donde la postura, el miedo a las alturas, la falta de equilibrio y la seguridad son factores que complicaron el reto,pero no impidieron cumplirlo.