Durante años, el chef chiclayano Brian Sánchez tuvo el privilegio de cocinar para un hombre que, sin saberlo aún, estaba destinado a convertirse en el líder espiritual de millones. Desde Buenos Aires, donde ambos coincidieron en labores comunitarias, nació una amistad marcada por el servicio, la fe y, también, por los sabores del Perú. Hoy, tras la partida del Papa Francisco, Brian no solo despide al Pontífice, sino a un entrañable amigo.
“Con Jorge teníamos una amistad de hace muchos años. Mi casa quedaba a dos cuadras de donde él compartía con nosotros el mensaje de Dios”, cuenta con nostalgia el cocinero, quien trabajaba en una ONG jesuita cuando conoció a Jorge Mario Bergoglio. Fue en los barrios humildes de Buenos Aires donde su vínculo se fortaleció, entre ollas, recetas y comedores populares. Ahí, el hoy Papa Francisco quedó encantado con el lomo saltado que Brian preparaba con orgullo. “Comió dos veces e incluso me dijo: ‘Brian, esto es una barbaridad’”, recuerda entre sonrisas.
La sencillez del Pontífice quedó grabada en su memoria. “Él decía: ‘Los zapatos se han hecho para ensuciarse’, y caminaba sin problema por el barro, riéndose”, narra Brian. Ese espíritu humilde y cercano es el que más admira. Para él, Francisco no fue solo el Papa más carismático, sino también un modelo de cercanía, alegría y compromiso con su gente.
TRABAJO Y HUMILDAD
“Me enseñó la humildad del trabajo duro, eso me lo voy a tatuar para siempre en el corazón”, concluye conmovido Brian Sánchez. En medio del luto que embarga al mundo, su testimonio es también un homenaje íntimo y cálido al hombre que, más allá de su investidura, supo tocar almas con sencillez y humanidad.