En Cajamarca, un avezado delincuente chiclayano fue capturado por las rondas urbanas de la ciudad.
Luego de ser castigado con ejercicios forzosos, se comprometió a nunca más retornar a Cajamarca y pidió a sus cómplices no robar, porque en esta ciudad las rondas los castigan.
El sujeto se dedicaba a robar a madres de familia en inmediaciones de los mercados.