Desde muy temprano, miles de peruanos se congregaron en la avenida Brasil para vivir una nueva edición de la Gran Parada Cívico-Militar, evento que este año puso en el centro a la diversidad cultural del país y al espíritu patriótico de la ciudadanía.
Desde las 3 a. m. por una buena ubicación
Familias enteras llegaron incluso desde las 3 de la madrugada para asegurarse un lugar cerca del estrado principal. Algunos llegaron desde provincias como Puno y Piura. En las previas al desfile, la Marina de Guerra del Perú despertó emociones con una presentación musical que incluyó huaylash, ritmos selváticos y una marinera norteña que arrancó aplausos del público.
Gastronomía en cada esquina
La fiesta no estuvo completa sin la gastronomía. A lo largo de las calles aledañas a la avenida Brasil se ofrecieron potentes desayunos a precios económicos. Desde sándwiches de lechón traídos desde Huancayo hasta combinaciones de tallarines con chanfainita o arroz con pollo, los sabores peruanos también desfilaron ante el paladar del público.
El desfile: arte, tradición y fuerza
A las 10:42 a. m., los sonidos del violín, el arpa y las emblemáticas tijeras marcaron oficialmente el inicio del desfile. Los danzantes de tijeras, Patrimonio Cultural de la Nación, abrieron la jornada con energía y destreza, seguidos por niños y jóvenes que bailaron la marinera al ritmo de guitarra y cajón. Más adelante, el carnaval ayacuchano y la pandilla moyobambina llenaron de alegría y ritmo la avenida.
Un gesto que emocionó a todos
El momento más emotivo fue protagonizado por un niño disfrazado de policía del Servicio de Equinoterapia, quien entregó un ramo de rosas a la presidenta Boluarte. Tras 4 horas y 46 minutos de desfile, la Gran Parada Cívico-Militar concluyó con aplausos y alegría.