Mientras la presidenta Dina Boluarte ofrecía su último mensaje a la Nación por Fiestas Patrias, las calles del Cercado de Lima se convirtieron en escenario de tensión y violencia. El epicentro del enfrentamiento fue la intersección de los jirones Áncash y Jauja, donde manifestantes y agentes policiales se enfrentaron con piedras, palos y bombas lacrimógenas. La consigna: llegar al Congreso de la República.
El momento más álgido de la jornada dejó al menos dos personas heridas. Julio Campos, vicepresidente de la Alianza Nacional de Transportistas, denunció represión policial desmedida. “¿Cómo es posible que un policía, hijo del pueblo, reprima a otro hijo del pueblo?”, cuestionó, mientras otra manifestante mostraba un golpe en la cabeza atribuido a la intervención policial. “¿Está bien esto para usted, prensa?”, reclamaba, aludiendo también a heridas sufridas en protestas anteriores.
Desde temprano, los familiares de las víctimas de las protestas de diciembre de 2022 y marzo de 2023 se congregaron frente al Palacio de Justicia. Con féretros simbólicos y fotografías de sus seres queridos, exigieron justicia y responsabilizaron al actual gobierno por más de 50 muertes y cientos de heridos. “¿Qué podemos celebrar ante tanta sangre derramada?”, expresó Raúl Samillán, familiar de uno de los fallecidos.
SE SUMARON OTRAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y COLECTIVOS
A la marcha se sumaron organizaciones sociales y colectivos como la Alianza Nacional de Transportistas, que también protestaba contra leyes que —según denuncian— los exponen a crímenes y extorsiones. La movilización se desplazó desde la Plaza Dos de Mayo hasta vías como Evitamiento, intentando avanzar por los puentes Ricardo Palma y Huánuco para llegar a la avenida Abancay. Sin embargo, la Policía cerró el paso. En Barrios Altos se registraron los mayores enfrentamientos, mientras el corredor morado quedó atrapado entre los manifestantes y la policía, siendo utilizado incluso como escudo humano.