Eran las 11:30 de la mañana del pasado domingo 15 de junio cuando un sismo de magnitud 6.1 sorprendió a pasajeros en diferentes estaciones del Metropolitano. En la estación Estadio Unión, en Barranco, una joven esperaba el bus cuando fue sorprendida por el movimiento telúrico. El falso techo comenzó a desprenderse y las placas cayeron sobre el andén. La pasajera, visiblemente alterada, logró alejarse segundos antes del colapso de parte de la estructura.
Escenas similares se repitieron en otras estaciones como Eizaguirre, donde pasajeros y trabajadores buscaron resguardarse tras los primeros sacudones. Según Freddy Céspedes, vocero de la ATU, algunas estaciones tienen cielo raso que cayó parcialmente y generó pánico, aunque aseguró que “no representaron un riesgo mayor”. Sin embargo, la falta de mantenimiento y las estructuras envejecidas fueron motivo de preocupación para muchos usuarios.
Los protocolos indican que, durante un sismo, las estaciones deben cerrar sus puertas y que los pasajeros deben ubicarse en zonas seguras dentro del recinto. Pero varios testigos relataron que estas medidas no fueron suficientes. Algunos cuestionaron la decisión de cerrar puertas en lugar de evacuar, mientras que otros expresaron temor por la posibilidad de quedar atrapados ante un movimiento más fuerte.
EXIGEN MEJORAS EN LOS PROTOCOLOS
Aunque el sismo fue de baja intensidad y ocurrió en una hora de poca afluencia, el episodio dejó al descubierto la vulnerabilidad del sistema ante una emergencia mayor. Los pasajeros exigen mejoras en los protocolos, mantenimiento oportuno de las estructuras y, sobre todo, una respuesta más eficiente para proteger vidas si un nuevo sismo se repite con más fuerza e intensidad.