La ministra de Vivienda, Hania Pérez de Cuéllar, causó revuelo al pedir que se ore y rece por las autoridades para evitar la tentación de corrupción. Esta declaración ha sido interpretada como una posible evasión de responsabilidad en lugar de un llamado a la acción ética.
ESPECIALISTA OPINA
Para el antropólogo Alex Huerta Mercado, el llamado a la intervención divina refleja una falta de compromiso con la ética pública y un malentendido de la responsabilidad individual en la gestión pública.
Según Huerta Mercado, esta actitud podría estar arraigada en una tradición histórica de ver el poder estatal como un botín, lo que distorsiona la función del servicio público.
"Si bien Dios está en todo, no hay que culparlo de que él tenga que intervenir en algo que se ha dado los mecanismos para que no lo molestemos tanto, ese es el punto. Nos ha dado un libre albedrío y ahí es como darle una responsabilidad", dijo el especialista.