Inició la temporada de verano y las playas deberían estar listas para recibir a los bañistas que buscan disfrutar del sol durante estos meses. Pero, durante décadas Lima le ha dado la espalda a su mar y lo ha convertido en un basurales. Tal es el caso del asentamiento humano Márquez en el Callao, una playa junto a la desembocadura del río Chillón, donde hubo un tiempo en el que pescar camarones era el pasatiempo de muchas personas.
Lamentablemente, ahora esta playa se ha convertido en zona de vagabundos, quienes se han instalado en el litoral para quemar basura y consumir droga, debido a que el lugar ha sido olvidado por las autoridades.
Además, gran parte de basura es la que trae la corriente marina desde la cuenca del río Chillón, pues en este sitio la gente usa el afluente como su tacho de basura.
Esta problemática, surge a raíz de que las personas siguen sin entender de que la orilla del mar no es lugar para arrojar los residuos sólidos y orgánicos.
Por otro lado, se encuentra Carpayo en Chucuito, una playa que también luce en estado de abandono, tanto así que a la semana se recogen hasta cuatro toneladas de residuos sólidos y orgánicos.
Sin embargo, existen excepciones como la playa Costa Azul en el distrito de Ventanilla, que muestra los resultados de una buena convivencia con autoridades responsables y extrictas.
Costa Azul posee un drone de rescate que llega cuando alguien se está ahogando y le lanza una boya con la finalidad de darle tiempo hasta la llegada de los salvavidas. Además, tiene cinco cámaras de videovigilancia y una cuatrimoto para llegar a atender rápidamente cualquier emergencia.
