Fueron 12 meses plagados de violencia en el mundo, lo que generó que muchas vidas se apagaran. En febrero, una escuela de Florida fue el escenario de un tiroteo que dejó como saldo a 17 personas fallecidas. El atacante fue Nicolás Cruz, un estudiante de ese centro educativo.
En octubre, el horror se apoderó de Pitsburg, en Pensilvania, donde se registró un ataque antisemita en una sinagoga que se cobró la vida de 11 víctimas. El responsable de este atentado fue Robert Bowers.
En noviembre, otro ataque se registró, esta vez en Los Ángeles, donde un ex soldado con estrés post traumático asesinó a doce residentes.
No menos violenta, fue una masacre que ocurrió en una universidad de Crimea. En el que 19 personas murieron bajo el arma de Vladislav Rovniakov. Perpetrado el crimen, el joven de 18 años se mató.
Así como estos ataques se registraron muchos más a lo largo de este año, los actos de violencia estuvieron marcados por el extremismo, la intolerancia y el odio. Sin duda alguna este fue un año plagado por matanzas colectivas y a pesar de los esfuerzos de los gobiernos por evitarlas, continúan creando caos, terror y desolación.
