En España, ya no utilizan armas de fuego ni buscan amedrentar a nadie para despojarle de sus pertenencias, ahora los ladrones solo necesitan un poco de goma de mascar para robar. El presunto delincuente accede a la joyería con un chicle previamente masticado y pega el chicle bajo el mostrador.
Posteriormente, en un momento de descuido del trabajador, el ladrón coge una pieza y la pega junto al chicle, quedando adherido a él. Sin embargo, el robo aún no ha concluido.
Se necesita de un cómplice para finalizar el robo. Por ello, otro ladrón ingresa al local diez minutos después y se posiciona en el lugar donde el chicle ha sido dejado. Una vez allí solamente necesita coger la joya y salir del lugar.