Los delincuentes usaron a sus rehenes como escudo humano para tratar de escapar, ni las súplicas ni el llanto de los niños para que los liberen los conmovieron.
Una rápida acción de un equipo especializado de la policía evitó la fuga de los facinerosos. Afortunadamente la operación no dejó muertos ni heridos.
La desesperación de los dos narcotraficantes por no ser detenidos es lógica, ya que el tráfico de drogas en China está sancionado con la pena de muerte.